Billy Marín es un hombre de eterna sonrisa. Con ella, inspira a decenas de adultos mayores que acuden su gimnasio en busca de tratar patologías crónicas.
Pero, detrás de ese rostro sonriente hay una historia que lo hizo fuerte, que lo hizo pensar en transformar lo que había aprendido para ponerlo al servicio de los demás.
Una noche en enero de 2015, en Ciudad Quesada, hacer un inocente "ride" le cambió la vida por completo. Un giro inesperado que lo llevó cinco meses a prisión preventiva por un crimen que no cometió.
"Estábamos en un bar restaurante, un chavalo me pidió ride, yo iba para la casa, lo llevé y me dijo que lo llevara un lugar y que lo esperara. Entró a una casa, hizo un tiroteo, yo ni sabía que iba armado; mató a una persona y luego se subió al carro y me dijo que lo llevara donde lo recogí", contó Billy.
Luego de eso, la Policía Judicial detuvo a Billy y se mantuvo en prisión preventiva por 5 meses hasta que, lograron probar que no habían elementos contra él, que era inocente. A inicios de este 2024 fue el juicio por este caso y quedó absuelto.
"Fueron 9 años pegado a un proceso, en el que no tenía responsabilidad de nada. Imagínese todo el daño psicológico y el de la familia, los hijos. Es un proceso que nadie ve, solo uno cuando está ahí", dijo.
Resurgir
Desde que salió de prisión tuvo claro que tenía que tomar las riendas de su vida de nuevo, en medio de la desidia social.
"Uno decide si sale del hueco o quedarse en el hueco y ahí es donde entra la parte psicológica y que uno cree en Dios entonces, tiene que fajarse uno", comentó
Desde joven Billy mostró interés por la Educación Física. Desde joven empezó estudios y al salir retomó lo que aprendió pero lo transformó en ayudar a los adultos mayores.
Se capacitó como entrenador personal con especialidades en adultos mayores, mujeres, patologías crónicas y nutrición deportiva.
Hoy por hoy tiene un gimnasio que visitan adultos de todas las edades pero, ver los avances en personas con patologías que les impedían hacer ejercicio, es el pago de tanta oscuridad en su pasado.
"Yo amo poder servir, ayudar, lo que hago lo hago con el corazón. Hay gente que no tiene como pagar y yo los atiendo y no porque tenga mucha plata si no porque sé que tienen necesidad y cuando yo tuve necesidad, mucha gente me dio la espalda y yo se lo feo que se siente", dijo.
De a pocos ha ido comprando máquinas y equipos para que su espacio de trabajo pueda recibir a más personas. Él atiende, detrás de la cancha de barrio San Martín, en Ciudad Quesada.
Ahora incluso, trabaja como preparador del equipo de Fútbol para Amputados de San Carlos.
Música, carcajadas, motivación y salud son parte del ambiente que se respira en ese espacio que ahora, se convirtió en oxígeno puro para él pues amar lo que hace le curó heridas que quedaron abiertas.