A un niño no se le hace dietas

-

Debido a la industrialización, los niños tienen mucho más acceso a comida chatarra, muchas opciones de dulces, en general comidas no tan saludables y se mueven menos, son más sedentarios, pasan con video juegos, en la computadora, con el celular, viendo series, etc.

Entonces la alimentación no es la más saludable y no son activos, lo que en los últimos años ha generado un aumento en los casos de sobrepeso y obesidad infantil, lo que a su vez se relaciona a niños con presión alta, dislipidemias, diabetes, (enfermedades que hace años ni se pensaba que los niños las podían presentar).

Ahora bien, la solución no es poner a los niños en dietas extremas, ponerlos 3 horas todos los días en el gimnasio, ponerlos a hacer rucking de 5 horas con un bulto bien pesado los domingos.

La solución es que empiecen a comer más saludable y que salgan a jugar más, que pasen de estar 16 horas sentados, a por lo menos una hora al día que estén jugando, saltando, corriendo, bailando, nadar, jugar fútbol o bascket, actividades divertidas, pero fuera de una silla.

En cuanto a la alimentación cuando decimos comer saludable, jamás es someterlos a un plan de alimentación estructurado donde deben contar cuántas proteínas consumen, cuantas harinas, etc.

Es que aprendan a probar vegetales, coman frutas, en vez de comer comida rápida alta en grasa 4-5 veces por semana, sean 1 o 2; en vez de merendar galletas, merienda un sándwich, una fruta, un yogurt; es que vayan aprendiendo a hacer elecciones saludables, aprendan a comer más nutrientes, que vean todo como un balance.

A un niño no se le hace dietas. A no ser que sea un caso especial o ya tengamos obesidad o una enfermedad que necesite algo más estructurado, se puede valorar, pero de ahí en adelante se trabaja con educación nutricional. Tampoco se le hace comentarios de su peso, ni se le amenaza o se le premia con comida.

Quiero aclarar y hacer énfasis, en la parte nutricional, ya que, si nos vamos a los extremos y los sometemos en un régimen estricto, podemos empezar a desarrollar traumas con la comida, de ahí se desencadenan trastornos de alimentación como anorexia y bulimia o personas que nunca van a poder disfrutar un trozo de queque de chocolate porque solo van a sufrir pensando las calorías que tiene. 

En resumen, no los consientan con tanto dulce y comida chatarra pero tampoco los sometamos a planes estrictos, no los queremos con enfermedades crónicas pero tampoco con trastornos alimenticios.      

Lea también: