Muchos lo recuerdan como el "padre del pueblo" y no es para menos. Por 21 años fue sacerdote en muchas parroquias de San Carlos.
Hablamos de Álvaro Blanco Vargas quien pasó por las parroquias de Santa Rosa, Boca Arenal, San Roque, Venecia y Ciudad Quesada.
Hoy, es de esos padres bien padres porque tras dejar el sacerdocio se convirtió en un padre de familia ejemplar.
Don Álvaro es ahora el psicólogo en el área de prevención y promotor del IAFA en San Carlos.
Álvaro Blanco de 62 años, vive en Ciudad Quesada en San Carlos de Alajuela, estudio teología. A los 21 años de servicio religioso pidió un permiso a la Diócesis de San Carlos para estudiar psicología y luego cursar una maestría en Psicología Clínica y Salud mental.
"Creo tengo una excelente combinación tanto de lo que aprendí del sacerdocio y lo que sé de psicología. Ambas experiencias me ayudan a comprender que el ser humano necesita del apoyo de otras personas y a mí me encanta apoyar a la gente", contó.
Durante los años de estudio - y mientras NO fungía como sacerdote- conoció un amor distinto que lo llevó a convertirse en ser padre, pero padre de familia.
El reconocido sancarleño entregó su corazón a una mujer y esta le dio dos hijos; Laura Elena quien está en la universidad y Fernando José que está en noveno de secundaria. Esta experiencia lo llevó a renunciar a su misión sacerdotal.
"En mis prédicas yo comentaba que un padre de familia debe ser un modelo para los hijos y las hijas. Ahora que vivo la experiencia, de ser papá de dos seres maravillosos que Dios me dio, lucho por ser un verdadero modelo para Laura Elena y Fernando José… creo que lo estoy logrando y de alguna manera puedo decir con certeza que he cumplido con las dos misiones que Dios me encomendó: ser sacerdote y padre de familia”, relató.
Durante los años de estudio, de la nueva carrera, lo nombraron en el MEP como profesor de Educación Religiosa, así costeaba los gastos y nuevas responsabilidades ahora como papá. Al culminar los estudios en psicología ingresó al IAFA donde se desempeña en promoción de la salud y algunas veces en atención a personas usuarias. pacientes.
El experto en salud mental, salud espiritual y salud social cumplió 14 años de servicio en IAFA y la combinación de ambas experiencias profesionales se convierten en una fortaleza para la institución y para las personas que tienen contacto con él.
“La gente me recuerda como sacerdote y la gran mayoría me llama padre o padrecito. Hay momentos en que llegan al CAID preguntando por el padrecito, pero la mayoría de veces ando en los centros educativos y en otras actividades propias de promotor de salud, pero tengo compañeras y compañeros muy comprometidos y ofrecen apoyo y contención de acuerdo con la disponibilidad de agenda”, señala.
En la actualidad Álvaro vive feliz; por un lado, tiene a su esposa que ama, por otro a sus dos hijos que adora y ejerce su profesión combinando el amor al prójimo con su experiencia de vida.