Aquél espectáculo quedó en la retina de muchas generaciones. Estruendos que hacían cimbrar la tierra y seguido, piedras incandescentes que descendían desde el cráter, dejando una estela de fuego a su paso.
Así, eran las noches, casi a diario, en la faldas del volcán Arenal en La Fortuna y nadie se lo quería perder. Vivirlo de forma intensa esa parte del vivir de locales y foráneos, sin imaginar que el espectáculo iba a acabar.
La vía pública, la orilla de la calle, los playones de la laguna, El Tapón y El Castillo se llenaban de vehículos y en las afueras: sillas, parrillas, hieleras, niños, adultos.
El riesgo existía por que el Arenal llegó a ser considerado uno de los diez volcanes mas activos del mundo pero, el show natural valía la pena.
"Era como el paseo dominguero, los fines de semana en la tarde iba uno al Tapón o los miradores a ver el volcán, era sano y familiar", contó Oscar Valenciano, vecino de La Fortuna.
Los más jóvenes y adolescentes se quedaban hasta el amanecer, y era todo una experiencia.
En 2010 un letargo dominó el coloso que por década fue considerado como indomable. Lentamente, las erupciones fueron mermando, en primera instancia presentando largos periodos de tranquilidad entre erupción y erupción hasta cesar por completo la actividad eruptiva.
Eso sí, los expertos insisten en que el volcán no está dormido, sigue activo y prueba de ello es el lanzamiento de vapor de agua en algunas ocasiones.