Siempre dicen que el ejército de Costa Rica son sus estudiantes pero, parte de la tropa, debe enfrentar a otra armada todos los días en su lucha por llegar a estudiar.
Esta es la realidad de 22 estudiantes del Liceo Rural de Boca del Río San Carlos y quienes viven en Cureña y Cureñita de Sarapiquí.
Todos los días, desafían las aguas del Río San Juan en un bote y durante una hora con 15 minutos para llegar al centro educativo. En el trayecto, deben pasar por el puesto del Ejército de Nicaragua, donde pasan lista para corroborar que cada día, sean los mismos ticos los que pasan por aguas nicaragüenses.
“Solo nos piden el nombre, son muy amables”, dijeron los 22 en común acuerdo.
El día a día
Son las 3 de la mañana. A esa hora, el despertador le recuerda a Kimberly Espinoza que es momento de iniciar el día. A esa hora, ni los gallos cantan en Cureñita de Sarapiquí pero ella, ya está en pie.
“A esa hora me levanto, me hago comida para llevar al colegio, me baño con baldes de agua que recogemos del pozo y a las 5 salgo a subirme al bote”, contó a SCD.
Para llegar al bote debe caminar casi un kilómetro entre barro, charral y aún la oscuridad como cómplice.
“El viaje es muy largo, a veces vienen balsadas, palos, cuando el río crece da miedo”, agregó.
El temor de ella, es el mismo de sus compañeros y de sus padres a quienes no les queda más que encomendarlos a Dios y esperar su regreso.
“Las preocupaciones son muchas, una de esas es que tienen que salir muy de madrugada y no tienen tiempo de nada y luego ese río, uno no sabe qué puede pasar y temo un accidente”, dijo doña Gilda Espinoza, mamá de Kimberly.
Este es el mismo problema cada año. Mientras miles de estudiantes acceden a transporte público para llegar a sus centros de educación, aquí ya es costumbre navegar el San Juan y peor aún, lidiar con que siquiera tienen un acceso o muelle para subir o bajarse del bote.
Casi que tienen que escalar una pared de tierra para llegar a tierra firme y la historia se repite al bajar.
Incluso dos estudiantes, lidian con estas circunstancias en estado avanzado de embarazo.
Avanza el día
Ya en las aulas, en hambre empieza a hacer de las suyas. Los que se levantaron a las 3 de la mañana ya resienten las horas en pie.
Por dicha, recién el MEP autorizó el subsidio para que el centro educativo de el desayuno a los 54 estudiantes que recibe.
“Ya con esto podemos darles desayuno a la media mañana porque viera que triste verlos con hambre y no hay de donde darles algo”, dijo Ana Vargas, directora del Liceo.
Ahora, están a la espera de la apertura de comedores.
Separados en dos aulas y una improvisada con solo dos paredes, enfrentan la nueva normalidad: en las aulas no caben todos ni separados y por eso, tuvieron que abrir dos grupos de cada nivel y tampoco pueden acceder a la virtualidad porque ni señal hay.
A las 11 y 20 de la mañana terminan las clases y llegan dos botes por ellos: el que cruza el Río San Carlos y los lleva a su comunidad y el que va hasta Cureña y Cureñita.
De vuelta, de nuevo pasan por el puesto del Ejército. Repasan la lista.
“Ellos hacen su labor y sabemos que así es pero nosotros tenemos que velar por los estudiantes. Yo fui a hablar con el teniente y nos explicaron la rutina y el trabajo que hacen”, comentó Diego Salas, uno de los docentes.
Así regresan a casa pero, con mínimas posibilidades de tareas, trabajos y demás.
Con cuaderno y un celular en mano, Kimberly camina un kilómetro hasta llegar a un punto en el que dos rayitas de señal le salvan una tarea.
Ahí descarga lo que el profesor les envió y vuelve a casa para completar su trabajo.
“Es complicado por que a veces no llega la señal y no hay forma de descargar nada”, dijo.
Esta situación es la misma para los 54 estudiantes. Pocos pueden acceder a Wifi y dependen de recargas telefónicas pero, la señal es nula en todo el sector.
“Vamos a pedirle a los diputados para que peleen y en Cureña pongan una antena, ya tenemos un documento para los 5 diputados para que presionen”, contó Salas.
Incluso, el centro educativo se quedó sin teléfono fijo porque, por pandemia, eliminaron la antena de la que disponían y ahora, desde el celular de los mismos educadores deben hacer todas las llamadas del trabajo.
La empresa Claro, es la única que tiene señal en Boca del Río San Carlos y eso, permite a los docentes a veces hasta conectar a Internet a sus estudiantes.
“El problema es que yo no puedo conectar tantos estudiantes. Nosotros damos el material en antologías digitales para que los estudiantes no tengan que sacar 7 mil colones e ir hasta Pital a comprar un libro y llego y les digo, abramos el WhatsApp y me dicen, profe no tengo, entonces las paso por Bluetooh y cuando tienen acceso la descargan pero si es difícil por que incluso cuando hay cobertura no hay plata para la recarga”, explicó el docente.
Por esta razón incluso, el anuncio del MEP de planes especiales Kolbi para estudiantes ni les ilusionó. Ni Kolbi llega a sus comunidades.
Pese a todas las limitaciones, la lucha sigue y se mantienen en sus aulas. Pese al abandono institucional y estatal, se mantienen en sus aulas.
Petición
Al final, no piden mucho. Una antena para señal móvil y de Internet y la intervención de 17 kilómetros de la ruta entre Boca San Carlos y Cureña.
Se trata de la ruta 1856, conocida como la Trocha Fronteriza que tiene tramos intransitables y esto, impide la circulación vehicular.
“Nosotros lo que queremos es que arreglen esto por que si está en buen estado pueden abrir una concesión para un bus que traslade a los estudiantes”, dijo doña Gilda.
Pero este, es el clamor de todo el pueblo. Saben que mejorar esa ruta ayudará al turismo, al comercio, y a todos.
Por eso, la misma comunidad y de fondos propios contrató un tractor y mejoró las partes más complicadas pero, no es suficiente.
Justo el viernes, el director nacional de Conavi, Mario Rodríguez, anunció la inversión de 50 millones de colones en esta ruta y están a la espera de la autorización de una contratación de emergencia por hasta 700 millones de colones para la reparación.
Con esto, se mantienen intactos los sueños de los estudiantes que esperan que, como costarricenses, puedan usar su territorio para llegar a estudiar y dejar de depender de las aguas nicaragüenses.
Esto además de ser más seguro para los estudiantes, acortaría su recorrido que a hoy es de más de una hora en bote.