Con todo prestado, así es como la querida doña Edu empieza de cero a partir de este domingo 06 de agosto.
A 200 metros del Banco Nacional en Aguas Zarcas, camino a Venecia a mano izquierda hay un local blanco, con estacionamiento al frente y amplio. De ahí, emanaba un aire de esperanza mezclado con mucha emoción.
Ahí estaba doña Liduvina Alfaro, doña Edu, una de las afectadas por la avalancha del río Aguas Zarcas el pasado 23 de julio y quien solo pudo rescatar dos cilindros de gas y ¢95 mil que estaban en la caja registradora.
Pero, como en la vida siempre aparecen ángeles ahora ella puede empezar de nuevo, con la esperanza de que todo será igual o mejor que antes gracias a eso poco que rescató y la solidaridad de muchas personas.
"Me llamó un señor, no se quién es, y me dijo que me prestaba la mesa de aluminio; otro señor me dijo que me regalaba la mano de obra para poder instalar la pila; me llegaron algunas ayudas como arroz, frijoles, aceite, azúcar, sal y otros y así es como vamos", contó.
Ella y su familia apuran el paso para tener todo listo para sus queridos clientes y chinearlos como siempre con sus desayunos, almuerzos y cenas.
"Yo quedé con las manos en la cabeza y uno no piensa que tiene a los clientes, amigos, el pueblo que lo estiman a uno, ahora sí me di cuenta que me quieren y que tengo clientes fieles, hay gente que me llama para saber cuándo abro", narró.
Tres años de trabajo se los llevó el río
"Yo estaba contentísima porque la cocina ya se me estaba haciendo chiquitita, recién terminé de pagar un congelador grande de dos metros, me costó pagarlo. Tenía mesas, refris y acababa de meter ¢200 mil en mercadería", recordó.
En cuestión de 5 minutos el río arraso con todo lo que, durante tres años, le costó tanto trabajo a ella y a su esposo. Aún guardan la incertidumbre de saber si hubieran podido rescatar algo más si, antes de que la maquinaria ingresara a limpiar la zona.
Pero ya eso es parte de un episodio de terror que tratan de dejar atrás aunque es un recuerdo que se mantiene constante en su mente, en su retina. Ese día, jamás será olvidado por ellos.
Ahora todo eso se transforma en la fuerza para salir adelante, para avanzar, para renacer, para resurgir del barro.
"Yo empecé con una cocina de chispa, los primeros días vendimos ¢5 mil y así fue el inicio hace tres años y ahora sabemos que podemos hacerlo de nuevo con la ayuda de tanta gente", dijo.
Y es que, ella y su esposo vivían en la parte trasera de la soda por lo que también perdieron todas sus pertenencias personales. Ellos, fueron unos de los beneficiados con las ayudas estatales del IMAS y de ahí, fue donde lograron recoger dinero para alquilar el nuevo local en el que, también van a vivir.
"Yo no puedo dejar pasar más tiempo, ya se viene el pago del alquiler otra vez, los recibos y las cuentas que no esperan. Ya yo no quería seguir pensando en todo esto y lo más importante es reconocer que aquí estamos con vida y salud, cuando hay salud podemos trabajar", concluyó.
Soda doña Edu abre de domingo a domingo de 6:00 a.m. a 8:00 p.m. Sin duda es un buen momento para apoyar, para darle un empujón a una persona que no se doblegó ante la emergencia, que lloró, sufrió, reclamó y se enojó pero que, ahora demuestra que la fuerza viene de un corazón lleno de paz y con ganas de trabajar.