Este colegio forma 98 nuevos emprendedores. Liceo de San Joaquín enseña a estudiantes cómo emprender desde cero

Los de sétimo hacen platanitos tostados, los de octavo batidos, en noveno hacen muebles con madera reciclada, en décimo trabajan en agricultura y los de undécimo hacen pijamas y delantales.

Los de sétimo hacen platanitos tostados, los de octavo producen batidos, los de noveno hacen muebles con madera reciclada, los de décimo trabajan en agricultura y los de undécimo hacen pijamas y delantales.

Así son parte de las lecciones de 98 estudiantes que asisten al Liceo Rural San Joaquín en Cutris de San Carlos.

Por naturaleza, este centro educativo se dedica a la formación emprendedora. Los liceos rurales fueron creados para que estudiantes de estas zonas de pocas posibilidades laborales aprendan a desarrollar emprendimientos.

Pues bien, esto es lo que hacen los estudiantes de esta comunidad que se ubica a una hora y treinta minutos de Ciudad Quesada y donde todos los días lo principal es: aprender a emprender.

¿Cómo es el programa?

"Se desarrollan dos lecciones donde los estudiantes van a ver materia relacionada al emprendimiento, cómo llevar libros contables, estudio de mercado, modelos de negocios, cómo formar una empresas, cuales tramites se deben de realizar para inscribir el emprendimiento", contó Cynthia Sánchez, directora del centro educativo.

Luego de eso, los estudiantes reciben cuatro lecciones en las que empiezan a desarrollar sus emprendimientos con la creación de los productos.

La materia se llama Área Personal Social, la asignatura se divide en dos semestres, entonces en este primer semestre los estudiantes desarrollan las actividades de acuerdo a su nivel académico.

Ya en más detalle, los emprendimientos vigentes, durante este semestre, son:

Todos aprenden diversas actividades cada semestre. Cortesía y con autorización de los padres de familia.

Sétimo: Ven cocina y dentro de lo que producen son plátanos tostados (utilizando productos de la zona) esto les ayuda a poder tener ganancias hasta del 100% en el producto.

Octavo: Desarrollan un proceso de turismo donde pudieron desarrollar batidos y aprendieron a crear figuras a base de frutas.

Noveno: Trabajan con madera creando muebles a base de madera reciclada de los aserraderos, son maderas qué ya no se utilizaban y se la donan al colegio para crear artículos.

Décimo: Se dedican a agricultura y tierra orgánica a base de los desperdicios orgánicos del colegio.
Algunos estudiantes ya están realizando abono en sus hogares con otros procedimientos cómo el excremento de ganado.

Undécimo: Aprenden confección de prendas, desarrollaron pijamas y delantales este primer semestre.

"Ahora en este nuevo semestre los chicos tienen que hacer un nuevo estudio de mercado para que investiguen cuáles son las necesidades y de ahí, iniciamos con nuevos conocimientos para nuevos emprendimientos", añadió la directora.

Es decir, cada seis meses los estudiantes deben iniciar de cero un nuevo emprendimiento y así logran desarrollar dos negocios durante el curso lectivo.

De la mano de todo esto hay ferias de emprendimiento para que la comunidad conozca los proyectos e incluso adquieran los productos.

Y es que en muchos casos, la misma comunidad por medio de los padres de familia se suman a aportar conocimientos para desarrollar las ideas de negocio.

Todo lo que producen lo pueden vender en las respectivas ferias que hace el colegio. Cortesía y con autorización de los padres.

"En algunas ocasiones llamamos a los papás para que nos enseñen un poco por ejemplo en agricultura, una vez estuvimos con cajetas y una mamá fue la que llegó a decirnos como se desarrollaba bien la cajeta", dijo.

Este tipo de formación es algo que disfrutan mucho los estudiantes más, cuando empiezan a ver ganancias de la venta de productos, dinero que en su totalidad les corresponde a ellos.

Eso sí, el dinero deben invertirlo en la compra de materiales para el nuevo emprendimiento que les corresponde crear. La idea es que ellos aprendan también el uso responsable del dinero y cómo "darle vuelta" a la plata.

Algunos de los estudiantes incluso, tras cerrar el ciclo lectivo llevan esas ideas a su casa y montan su propia pyme. Tal es el caso de Osvaldo Murillo, quien produce miel e incluso recibió un reconocimiento nacional.

Dentro de la lista de proyectos que se han lucido en este centro hay producción de maíz, culantro, suculentas, maceteros, gorros, cartucheras, empanadas, cajetas y mucho más.

Esta modalidad incluso le permite al Liceo Rural de San Joaquín mantenerse como uno de los que logra el 100% de la permanencia de estudiantes dentro de las aulas, es decir, no registra deserción estudiantil.

El apoyo es tanto que hasta padres de familia, docentes y vecinos donan equipos como máquinas de coser para aumentar la capacidad. El propio centro cuenta con terreno para la producción agrícola de forma orgánica.

El Liceo Rural de San Joaquín de San Carlos nació en 1999 como telesecundaria y en 2022 se convirtió en Liceo Rural gracias a la dotación de infraestructura.

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