Cada sábado, él cambia su sotana por un delantal, guantes y mucha esperanza de que todo quede bien.
Desde buena mañana, el Padre Gerardo Alpízar empieza a picar olores y preparar todo lo necesario para el plato del día.
Cuando empezó la pandemia y cerraron la iglesias, el Cura Párroco de San Roque en Ciudad Quesada no se quedó de brazos cruzados y empezó a desarrollar una idea que combina lo que ama: la cocina y la fe.
Así empezó a cocinar, algo que desde pequeño disfruta, y con la venta de platillos sostiene su parroquia y las ayudas sociales que entregan a familias necesitadas.
"Un día se me ocurrió hacer crepas para vender y algunas señoras, con todo el protocolo, me dijeron que me ayudaban entonces una semana vendí crepas, otra lasagna y hasta flores vendí para el día de la madre y es lo que nos ayuda con los gastos básicos de una parroquia y ayudas", contó.
Todos los sábado tiene un plato distinto a precios bastante cómodos. La idea es que las familias no cocinen en casa y ayuden a la parroquia.
Los pedidos son por medio del número de teléfono: 8989 8338 y además ofrece helados y pan casero, arroz con leche, yuca y hasta mascarillas reutilizables.
"Lo que me ha mantenido en pie es el gran apoyo de tantas personas que se han preocupado por el Padre, la cocina nos ha ayudado a que no nos corten la luz, el agua, los empleados estaban suspendidos por que no había cómo sufragar el gasto de sus salarios, ahorita volvieron dos servidores a medio tiempo y esto de la cocina nos ayuda mucho", agregó.
La mayoría de los ingredientes que utilizan son donaciones de fieles y por eso, Alpízar insiste en que la ayuda nunca estará de sobra para poder mantener abierta la cocina parroquial.
Todos los sábados hay algo distinto pero son platillos 100% caseros como casados, chop suey, tamales, picadillos y hasta chicharrones.