Desde la acera se escuchan las máquinas de coser, se observan las cintas métricas y desde dentro, se desprende el olor a telas y llaman la atención los colores de los hilos.
No es cualquier local por el que uno pasa al frente. Es nada más y nada menos que uno de los más antiguos de Ciudad Quesada y que, pese al pasar de los años mantiene sus puertas abiertas y dentro, normalmente, hay mucha gente.
Se trata de Sastrería La Flor, donde hacen trajes para fiestas, graduaciones, bodas, colegio, escuela o simplemente las prendas de uso diario de quienes, aún visten a la medida.
Desde hace 45 años se ubica en el mismo lugar, frente a la agencia Pipasa en Ciudad Quesada y muestra de ello es su rótulo, en el que el número de teléfono que anuncia es apenas de 7 números.
Don Omar Montoya recuerda como si fuera ayer el inicio de su pequeña empresa. Fue allá por 1970 cuando inició el oficio de confeccionar ropa a la medida.
48 años después, Sastrería La Flor prevalece de manera sólida, en una desarrollada Ciudad Quesada.
"El 15 de febrero cumplimos 46 años de estar aquí en este punto, los otros 3 estuve aprendiendo sobre el oficio y ya luego me quedé", dijo.
Desde muy temprano, las puertas de la sastrería abren al público con un servicio eficiente y uno que otro chiste con los clientes para mantener el buen humor durante la jornada laboral.
El tradicional negocio de don Omar permite que 4 familias se vean beneficiadas con empleo.
"Son 4 operarios de máquinas, aproximadamente sacamos 60 prendas por semana, eso para que el negocio se sostenga, por dicha en algunas temporadas la producción aumenta, como por ejemplo la entrada a clases", indicó.
A sus 67 años don Omar aún ve muy lejos el retirarse del oficio que le permite llevar el sustento a su hogar y el de sus colaboradores.
"Yo no he pensado en eso, de alguna manera creo que este oficio es una necesidad para la gente, porque si estamos todavía es porque podemos servir. Lo que nos va matando de a pocos son las tiendas de ropa americana, porque muchas veces con lo que usted compra un pantalón ahí, no alcanza ni para comprar la tela", expresó.
El local ubicado en el centro de Ciudad Quesada es un punto de referencia que muchas personas utilizan para llegar a pedir direcciones o números de teléfono, cuenta don Omar.
"Yo le doy gracias a Dios que nos permite mantener el negocio y también le agradezco a la señora que nos alquila el local porque ha sido muy buena con nosotros y nos ha ayudado en muchas ocasiones, y sobretodo a los clientes que confían en el trabajo que hacemos, gracias a ellos aún seguimos aquí", explicó.
Pese al crecimiento comercial y el auge de tiendas reconocidas o boutiques, Sastrería La Flor se aferra a sobrevivir en la ya, desarrollada Ciudad Quesada.
"Le estaba haciendo números a ver cual negocio es más viejo en Ciudad Quesada en la misma línea y yo creo que no hay ningún otro (risas)", finalizó.
Entre tijeras, telas, metros y moldes conversamos con él, en una mañana ajetreada de trabajo pues ya empieza con los uniformes de escolares y colegiales. Con su fino humor, terminamos la entrevista, pues "lo estábamos atrasando". Muestra clara que aún, sus trajes y confecciones, son de los favoritos.