La pasión de un sancarleño con sangre azul y rojo que disfruta de Los Toros del Norte desde la malla

Danny Corrales tenía un sueño de joven: jugar un minutos en primera división con la ADSC. Lo cumplió pero fue un paso corto. Hoy quiere lograr como aficionado lo que no logró como jugador.

Su nombre no es desconocido fue parte de la planilla de la Asociación Deportiva San Carlos y también, su hermano jugó con el club y luego lo administró.

Hablamos de Danny Corrales Gutiérrez. Si no lo conoce por nombre es fácil reconocerlo en el estadio: Siempre en la malla sur y con una bandera.

Danny es el vivo ejemplo de un aficionado apasionado al que le corre sangre rojo y azul por las venas. Es el que en cada jornada, recuerda en sus redes sociales que «juegan Los Toros del Norte» y que hay que apoyar, que hay que alentar.

Esa pasión viene desde muy niño. Cuando evoca recuerdos de infancia en escuelas de fútbol, balones de regalo en Navidad y de cómo se volvió cada vez más competitivo en los procesos incluso como goleador y hasta con participación en una Selección Nacional Sub 17, es cuando se descubre que el amor por el equipo, es casi nato.

«En esa selección, teníamos un motivador deportivo y recuerdo que una vez nos reunieron y nos preguntaron que, dónde nos veíamos a futuro, dónde queríamos jugar. Le juro que el 99% de mis compañeros decían que el exterior o en equipos grande pero cuando llegó mi turno respondí y todo mundo se quedó callado por que, mi respuesta fue: jugar un minuto en primera división en San Carlos», contó.

Ahí, nació el amor, la pasión, el respeto por el equipo pero, en realidad su orgullo más grande es San Carlos, el cantón.

Además recuerda sus primeras visitas al Carlos Ugalde de la mano de su abuelo «Yeyo» y luego, cuando iba a ver a su hermano «Wilo» Corrales a jugar.

«Yo iba a ver a mi hermano jugar y veía las cosas que le gritaban malas y desde pequeño, yo decía que, qué raro si toda la afición lo que tenía que hacer era apoyar», contó.

El sueño cumplido

El minuto en primera división con los colores sancarleños llegó en 2001 y no fue solo uno, fueron 20 y luego, varios más pero su paso por el equipo fue corto.

Terminó sus estudios universitarios pero, tenía en mente otra misión.

«Lo que no logré como jugador, lo voy a hacer como aficionado y eso es lo que trato. Uno quisiera que la gente vaya más al estadio pero simplemente trato de aportar desde mi trinchera. La gente piensa que soy un fanático pero soy super consciente y culto», dijo.

La malla sur es su fiel espacio dentro del mundo aparte, al que llama el Carlos Ugalde. Cortesía.

Ir al Carlos Ugalde es viajar a un paraíso para él. Es sentirse como en casa, en su casa.

«Cuando yo entro a la estadio y me paro en la malla, es como estar en otro mundo, es como estar solo a pesar de que el estadio esté lleno, me concentro esperando que el equipo gane», relató.

Subirse a la malla a celebrar los goles es parte de esa pasión, algo que incluso muchos ya esperan y que, de forma constante queda retratado en fotografías.

«El estadio y yo, tenemos una relación que solo nosotros nos entendemos», ríe.

Cuando juega San Carlos es un día diferente para él. Le cuesta concentrarse y la emoción le gana más ahora, de previo a la semifinal contra el Saprissa.

Su compañera fiel es una bandera pero no cualquier bandera. Es la que sale en todas las fotos y que tiene 20 años con él.

«Se me puede perder cualquier cosa, menos mi bandera», dijo.

Cuando los Toros del Norte ganan, él está seguro que un mínimo porcentaje de ese triunfo es suyo; por no cesar en apoyo, en cánticos, en buenas vibras.

Ahora, solo espera repetir la historia de 2019; celebrar un campeonato.

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