Marito no solo es un milagro, es un guerrero, un valiente y sin duda, eso lo heredó de su propia madre.
Mario Cordero Salas y Julissa Salas Abadía son los protagonistas de esta historia que se resume en un verdadero milagro de vida, de esos que se cuentan a pura fe.
El bebé, quien en este momento tiene un año y dos meses, es un niño arcoíris. Así se les llama a los niños que llegan a una familia luego de una pérdida gestacional o aborto.
Pero aparte de llenar de color el hogar de Julissa y su esposo Mario, Marito venía con otra misión de vida: enseñar a los demás que hay que ser fuerte, luchar y nunca darse por vencido.
Marito nació a los 6 meses de gestación y durante un triste episodio: un infarto en su propia madre.
Ninguno de los dos tenía una mínima esperanza de vida, el quirófano 2 del hospital México estaba más frío que de costumbre: dos vidas humanas, una que recién llegaba al mundo, estaban a punto de trascender.
La historia
"En la semana 27 de embarazo sentí como que se me durmió la mitad de la cara, un hormigueo, tenía mucho dolor de cabeza y empecé a hincharme. Fui a tomarme la presión salió un poco alta y fui al hospital con mi papá. Llegamos a emergencias y de signos no pasé, la tenía en 200 sobre 110. Me pasaron a sala de shock y luego a sala de partos donde me pusieron unos sueros para no convulsionar", relató Julissa.
Tras dos días en el hospital San Carlos, un nuevo ultrasonido detectó que el bebé era muy grande para la edad gestacional y ya con 28 semanas, no podía nacer en ese centro médico porque no había equipo necesario para atender a un bebé tan prematuro.
Como no hay mejor incubadora para un bebé que, el vientre de su propia madre, ella fue trasladada al hospital México en condición delicada y aún con sueros, para no convulsionar.
En medio de muchos medicamentos y el apoyo de su esposo, Julissa esperaba paciente hasta que su pecho empezó a dolerle, le costaba respirar y la pasaron de una vez a una cama de riesgo obstétrico, y de ahí, nació esta historia.
"Yo solo recuerdo que dije que cualquier situación que pasara yo iba a elegir la vida de mi bebé, que si tenían que salvar a uno que lo salvaran a él pero, no recuerdo más. Fue como si cayera profundamente dormida, me dijeron que estaba infartada y no sabía, no estaba consciente de eso, oí el llanto de mi bebé por primera vez y ahí caí", recordó.
A las horas Julissa abrió sus ojos y solo recuerda los equipos médicos, un grupo de profesionales a su alrededor y a sus familiares llorando.
"Los llamaron para decirles que yo estaba infartada, que yo estaba sangrando por todo el cuerpo porque me dio insuficiencia renal también, básicamente que no había nada que hacer conmigo. Les dijeron que no iba a salir ninguno de sala, yo infartada y el bebé no tenía buenas esperanzas de vida por ser tan prematuro y solo les dijeron, probablemente de aquí, no sale nadie", dijo.
El milagro ocurrió, ambos salieron de la sala con vida, aunque aún nadie se explica ¿cómo ocurrió?
"Recuerdo que me dijeron, ¿Mamá, usted cree en Dios? Y respondí que sí y solo me dijeron que doblara rodillas y diera gracias a Dios porque era un milagro, médicamente no era posible hacer nada por mí, y los médicos se enfocaron en salvar la vida de Marito", recordó.
Ella estuvo internada por 15 días y Marito por 40 días y fue ahí demostró que su lucha tendría resultados. Demostró que era un guerrero.
Salió del quirófano lleno de mangueras hacia Cuidados Intensivos donde se mantuvo por 22 días. Luego pasó a Cuidados Intermedios y cuando cumplió un mes y una semana de estar internado, por primera vez, su mamá lo puso alzar.
"Yo viajaba desde San Carlos todos los días a verlo por dos horas al día porque solo ese tiempo lo podía ver y ese día no estaba preparada para cuando me dijeron, mamá lo puede alzar. Imagínese mi emoción, se me salieron las lágrimas, sentí tanto por dentro", contó.
Al llegar al hospital San Carlos el bebé presentó anemia y a su corta edad, experimentó una transfusión sanguínea.
En marzo anterior, Marito cumplió un año de vida y la fiesta estuvo llena de amor y de todas las personas que oraron por él, por su milagro y por supuesto, de su mamá.
Padece de una cardiopatía por su prematuridad pero está bajo tratamiento médico y, presentaba un retraso en su desarrollo por su misma causa.
Desde recién nacido asiste a la escuela Enseñanza Especial en Ciudad Quesada para apoyo integral, además a un centro privado para estimulación.
"A mi me dijeron que los niños prematuros lograban igualar a los de término como a los dos años y realmente, con mucho esfuerzo y con una mamá que ha estado y siempre va a estar, él se logró nivelar a los 9 meses, ya no tiene atraso en el desarrollo", refirió Julissa.
A pesar de que cuando nació tenía 8 referencias a especialidades, en este momento solo recibe atención de cardiología y pediatría.
Su mamá le llama "mi milagrito divino" pero, Marito es todo un orgullo, el amor eterno de una familia que cuatro años antes de que él naciera, perdió al primer bebé gestado pero que luego de eso preparó y trabajó su llegada.
A pesar de tanta piedra en el camino, esta familia de La Fortuna supo esperar con paciencia y fe para hoy ver radiantes y brillantes los colores de su niño arcoíris.