La visita que hicieron el pasado viernes a Crucitas de Cutris los miembros del Concejo Municipal de San Carlos dejó una historia llena de empatía y amor por los animales.
La regidora Luisa Chacón rescató a un perrito que vivía en el campamento de la Fuerza Pública, dentro de la finca Vivoyet.
El can era alimentado por los miembros del cuerpo policial destacado en la zona, sin embargo, presenta signos de desnutrición y partes de su piel muy afectadas.
"Como todo perro, siguió al grupo que fuimos de visita y pregunté si había algo en que transportarlo, pues está con sarna, un oficial con mucho amor construyó una canasta para poder llevarlo", explicó Chacón a este medio.
La combinación entre una caja de cartón, una aguacatera de plástico, espuma y pedazos de mecate permitieron que el cachorro viajara desde Crucitas hasta Florencia.
Ahí fue internado en la veterinaria Rivet donde está bajo el cuidado de los especialistas a espera que pronto pueda recuperarse.
Según explicó la regidora, no estaba dentro de sus intenciones tener otra mascota, pero, al ver las condiciones en que estaba el animal, no lo pensó dos veces para traérselo con ella.
"A veces no obtenemos lo que buscamos sino lo que llega por sí mismo", dijo.
Mencionó que compartirá fotografías una vez que el perrito esté mejor y decida con qué nombre bautizarlo.
El cachorro tenía 4 días de haber llegado al campamento, esta no es la primera vez que un animal abandonado llega hasta este sitio, muchas veces dejados a su suerte por los coligalleros que llegan a extraer material a ese sitio.
En setiembre del año pasado un grupo de oficiales de la Fuerza Pública que patrullaban el cerro Fortuna, sitio en el que se ubica uno de los túneles más profundos y peligrosos de Crucitas, rescataron una perrita abandonada a punto de caer en las profundidades del túnel.
El animalito estaba casi paralizado por el frío, mojado, hambriento y embarrialado, por lo que, sin pensarlo dos veces, el subintendente José Miguel Gómez optó por alzarla y cargarla en sus brazos hasta el campamento policial.
Los oficiales se organizaron para hacer una colecta a fin de comprarle alimento y vacunas. La bautizaron con el nombre de "Millonaria".
Otra de las rescatadas es Daniela, una inquieta oveja que se convirtió en un miembro más del equipo policial en la zona.
Cuando los policías llegaron al campamento, ya Daniela estaba allí, pues los dueños de la finca Vivoyet la llevaron a ese lugar junto con su madre, pero esta última murió cuando Daniela era una pequeña corderita, incapaz de valerse por sí misma.
Ella acompaña a los oficiales a los patrullajes por los distintos sitios donde operan los oreros ilegales, ya sea en lugares planos o en cerros, con lluvia o con sol.