Obispo Garita: "La corrupción es pecado contra la justicia social"

José Manuel Garita advirtió que cada vez que un funcionario utiliza su cargo para favorecer intereses personales o de grupos, traiciona la misión que le confió el pueblo.

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En su mensaje semanal "Fermento", el obispo de la Diócesis de Ciudad Quesada, Jose Manuel Garita, dirigió un llamado a toda la comunidad para rechazar la corrupción y fortalecer la justicia social.

El jerarca eclesiástico enfatizó que la Iglesia no puede callar cuando “las prácticas injustas hieren el tejido de la sociedad” ni cuando la corrupción se normaliza como algo inevitable.

“La corrupción es una forma grave de pecado que destruye la confianza, perpetúa la exclusión y atenta directamente contra el bien común”, afirmó en su mensaje.

También advirtió que cada vez que un funcionario utiliza su cargo para favorecer intereses personales o de grupos, traiciona la misión que le confió el pueblo.

La función pública, según explicó, es una vocación de servicio que debe ejercerse con “transparencia, humildad y responsabilidad”, no como “el rostro amargo del egoísmo y de la idolatría del poder y del dinero”.

El obispo subrayó que la justicia social no es un lujo ni un complemento, sino la única manera de garantizar la paz y la dignidad de cada persona.

En su reflexión, recordó que la corrupción impide que los servicios esenciales lleguen a quienes más los necesitan y prolonga el sufrimiento de los más vulnerables.

Por eso instó a los ciudadanos a tomar conciencia de su papel, a denunciar con valor las prácticas que degradan la convivencia y a exigir mecanismos eficaces de control y rendición de cuentas.

“El silencio ante la corrupción es complicidad”, recalcó, al tiempo que pidió formar conciencias rectas desde la familia, la escuela y la comunidad de fe.

También recordó que detrás de cada acto de corrupción hay rostros concretos que sufren: “niños sin acceso a la educación, enfermos sin medicamentos, comunidades sin caminos, familias enteras excluidas del desarrollo”.

Dirigiéndose directamente a quienes tienen responsabilidades públicas, el obispo los instó a servir con integridad y rechazar cualquier práctica opaca.

“La confianza del pueblo no es un derecho automático, es un privilegio que se gana cada día con actos de honestidad y coherencia”, expresó.

Cerró su mensaje citando el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, recordando que el Estado debe administrar los bienes del pueblo en vista del bien común.

Finalmente, pidió que la política se viva como una expresión de amor al prójimo, con líderes formados en la legalidad y la virtud, y pidió a María interceder para que el pueblo nunca se acostumbre ni justifique la corrupción.

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