¡Ya aquí nadie duerme tranquilo, uno oye hasta un trueno y siente que ya la montaña viene encima, se cae una piedra y ya uno va corriendo para afuera".
Este es el testimonio de Sandra Badilla vecina de Calle Damas de La Palmera y que, a una semana de la avalancha del río Aguas Zarcas aún no supera el trauma que le dejó ese 23 de julio.
"Tenemos años de vivir acá y nunca habíamos visto algo así, ese día yo saqué a todo el mundo, aquí el techo cimbraba, las ventanas no sabemos cómo no se cayeron, cuando iba ayudando a un señor a salir me caí y me raspé toda"; recordó.
Y es que a parte lo trágico de ese día, ahora el terror les llegó de vecino y no se quiere ir.
El río Aguas Zarcas se convirtió en ese vecino indeseado para al menos 20 familias y que cada día los atemoriza de distintas formas.
Tras la avalancha, el río cambió por completo su cauce. Pasó de estar a 500 o más metros de sus casas, a solo 6 metros y cada vez, entrando más.
"Aquí habían 100 metros de montaña, cuando hablo de montaña es con árboles grandes y todo y todo eso se fue, ahí no quedó nada y ahora el río usa ese espacio para pasar y se recuesta al paredón donde están las casas", añadió Gerardina Badilla, vecina.
El drama es mayor para ellos por que, a una semana, si quiera el Comité Municipal de Emergencias les ha visitado para determinar si viven en peligro o no, aunque su instinto les hace pensar fuertemente que sí.
"Aquí se perdió la tranquilidad, yo no duermo y cualquier poquito de agua ya es una tortura por que uno piensa que se va a salir el río", dijo Adelita Badilla, otra de las vecinas.
Soluciones propias
Ante la ausencia de instituciones de ayuda, por sus propios medios los vecinos de Calle Damas decidieron buscar soluciones propias.
El fin de semana sostuvieron una reunión con todos los barrios del caserío para unirse y protegerse.
Como primera medida, entre todos, pusieron dinero para comprar una sirena que sea la que alerte en caso de una nueva avalancha o cabeza de agua. Además, proceden a enlistar a todos los vecinos para tenerlos cuantificados.
"Esto es para poder salir a tiempo pero no tenemos un lugar a dónde ir. Solo sabemos que los de ciertos lugares van a unas calles hacia adentro y los de más abajo a otras pero, si está lloviendo o algo, ahí nos quedamos por que no hay donde meternos", relató Johana Badilla , otra de las vecinas.
La comunidad se siente en abandono pues, tras el cambio en el cauce, en caso de una nueva emergencia ellos podrían ser los primeros afectados.
sancarlosdigital.com hizo un recorrido por la zona y visitó 7 de las 20 viviendas que están en riesgo directo y comprobó que el agua empieza a socavar paredones y que el nuevo cauce es un peligro directo para estas familias.
"A nosotros nos duele por que hemos visto el apoyo a otras comunidades y este será el primer caserío que se lleva el río, nosotros lo estamos advirtiendo", reclamó doña Adelita.
Saben que no son expertos en el tema pero, también saben que lo que sucedió les cambió la vida y que en tanto años de habitar la zona, lo que pasa no es normal.
Mientras llega la ayuda, siguen pidiéndole a Dios que no pase nada más y en sus mentes, aún retumban los troncos y piedras bajando, aún están en la mente las ventanas sonando, el desayunador moviéndose y el techo a punto de caer.
"Yo tengo dolor de glándulas, se me ha salido todas las enfermedades que nunca he tenido y es el puro estrés", finalizó Ileana Vargas, otra de las afectadas.
Para acompañarse crearon un chat de WhatsApp en el que día a día comparten sus temores. El mismo grupo sirve para avisar cualquier incidente o emergencia de la comunidad.
Todos pasan pendientes de sonidos, lluvias, tormenta o deslizamientos cercanos para confirmarse entre sí que "todos oyeron los mismo".
A parte de todo este drama, se siente como una comunidad fantasma pues, como casería pertenecen a La Palmera aunque, asisten a todos los servicios en Aguas Zarcas y a pesar de quedar en el medio de la emergencia, ninguno de los dos distritos ve por ellos en este momento.
Ya no es que claman, es que suplican ayuda. Que la CNE o el CME al menos se tomen la molestia de escuchar su temor y no solo saber lo que pasa, a través de los medios de comunicación.