Desde hace cinco años, esta mujer de 44 años, vive un día a la vez. En 2019 inició un proceso que aún, es una lucha diaria.
Vivian Rodríguez Rojas es una vecina de barrio Lourdes en Ciudad Quesada y quien, hoy por hoy, es una guerrera que le va ganando al alcoholismo.
Todo empezó tomando licor en actividades sociales pero terminó con consumo diario, desesperado, y desmedido.
"Mis primeros pasos en el consumo de licor fueron como toda persona siendo una bebedora social de fines de semana, fiestas, reuniones o alguna otra actividad, pasaron varios años hasta que por diversas situaciones personales me fui metiendo más y más en el consumo, hasta que sin darme cuenta como decimos en alcohólicos anónimos traspasé esa línea imaginaria y se me convirtió en una enfermedad", contó.
De pronto, empezaron los pretextos para, por cualquier cosa, salir a tomar licor. Al principio era ocasional, luego varios días a la semana y terminó consumiendo todos los días. Empezó la ansiedad.
"Ya el cuerpo empezaba a sentir la necesidad de tener alcohol en la sangre, mas sin embargo por mas que en casa me decían que se me estaba convirtiendo en un problema, como todo alcohólico siempre decía esto yo lo puedo controlar", relató.
Para ese momento ya estaba totalmente dominada por el alcohol. Ya el consumo era de todo el día, todos los días, la ansiedad aumentaba y aparecía un temblor en sus manos que solo se calmaba con una "pacha" de tequila.
Esa pacha de tequila, la compraba en un supermercado que está a 200 metros de su casa y ese trayecto era suficiente para devorársela.
La ayuda empezaba a llegar pero, el licor era más fuerte y mantenía abrazada a Vivian. Un enfermero llegó a darle un tratamiento para la ansiedad pero, pudo hacerlo solo por dos meses, luego ella volvió a tomar.
Luego fue al IAFA pero también, fueron pocos días para volver a consumir. Ya para ese momento la situación era tan grave que su cuerpo solo pedía alcohol. De ahí, nació la experiencia que empezó a cambiarle la vida.
"Me intoxique con esencia Coronada y Valeriana que según yo consumía para la ansiedad, pero lo mezcle con pastillas y licor y ahí caí por primera vez en el hospital, estuve pocos días pero salí igual a consumir y de nuevo caí al hospital", recordó.
Pero esa vez, cree que Dios tenía otro propósito para ella. De pronto se vio en condiciones tan insalubres que cayó en cuenta de que ya había tocado fondo.
"Estuve de lunes a miércoles internada sin poder bañarme, sin dormir nada, solamente esperando a la trabajadora social y luego al psiquiatra para ver si ellos podían ayudarme en algo, esos días siempre lo he comentado fueron mi indigencia, pero tocaron algo en el fondo de mi corazón, porque cuando me dijeron si quería internarme dije sí", añadió.
Con ayuda de sus papá ingresó a Salvando al Alcohólico en Desamparados, y el jueves 08 de marzo de 2019 se internó en medio del susto, pidiéndole a Dios y a la Virgen de los Ángeles que la ayudaran porque ya no quería seguir con esa vida.
El internamiento duró 15 días y luego de eso, salió a enfrentarse al mundo, ahora sin licor. Tratando de mantener la lucha.
"Me incorpore a un grupo de alcohólicos anónimos y asistí un año completo sin faltar a todas las reuniones, también asisto a IAFA en donde tanto doctora, psicóloga y trabajadora social han estado dispuestas a ayudarme para no recaer, que, si he sentido ganas de tomar, sí, a los tres meses, pero hubo algo más fuerte que me detuvo y seguí firme sin tomar hasta el día de hoy. Se aprende a disfrutar de la vida sin licor" apuntó.
El proceso sigue, no ha sido fácil, se trata de una enfermedad sin cura pero que con fuerza de voluntad se puede sobrellevar y eso, es lo que más tiene Vivian en este momento. Aprendió que en medio de esta lucha, lo elemental es vivir un día a la vez.